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Literatura y medicina

El Quijote de Cajal: Entre la regeneración nerviosa y el regeneracionismo político.

El 9 de mayo de 1905, el Colegio Médico de San Carlos, en Madrid, celebró una sesión conmemorativa, con motivo de la publicación del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, en la cual Santiago Ramón y Cajal dictó una conferencia titulada Psicología de don Quijote y el Quijotismo que fue publicada ese mismo año por la imprenta y librería Nicolás Moya, salió también en el número 10 del Boletín del Colegio de Médicos de Gerona. En la década de los 40 sería reimpresa por las editoriales J. García Perona y por las Industrias Gráficas Ortega, y también como parte de las obras completas de Santiago Ramón y Cajal, publicadas por la editorial Aguilar de Madrid en 1947, con sus respectivas reediciones en los años de 1950, 1961 y 1969. La versión de J. G. Perona se acompañaba además del texto La mujer, escrito por el mismo autor y compilado por Margarita Nelken, mismo que fue reimpreso en 2009 dentro de la colección recupera de la editorial Formación Alcalá. 

La fecha de la conmemoración del tercer centenario de la publicación del Quijote, coincide, en España, con el reinado de Alfonso XIII; es decir, con el periodo histórico conocido como la Regeneración,  España se caracterizaba entonces por ser un país predominantemente rural, algunos cálculos sobre la distribución del empleo en esa época sostienen que el 70% de la población activa se empleaba en el sector agropecuario, un 16% en el sector industrial, siendo entonces las principales industrias, la de la construcción y la textil,  mientras que la mayor parte de quienes se empleaban en el sector terciario lo hacían prestando servicios domésticos. 

Estos indicadores eran muy diferentes al resto de la Europa central, y sólo equiparables a los de algunos países de Europa del este, a estas cifras se vino a sumar la catástrofe que significó para muchos españoles la guerra del 98, calando especialmente en el espíritu de un gran número de intelectuales que desde fines del siglo XIX alzaban su voz contra el régimen de la Restauración, enarbolando ese espíritu de la regeneración que ha sido resumido por Xavier Tusell en los siguientes términos:

“Deseo general de superar el retraso, de llevar a cabo una modernización de la vida colectiva y de renovar la vida política nacional o encontrar la solución fuera de ella.”

El término designa un periodo específico en la historia de España, pero trascendió el mismo, al volverse sinónimo de los procesos modernizadores acaecidos en ese país a lo largo del siglo XX.

El contraste entre la situación de España y la biografía de Cajal es mayúsculo, en el mismo momento en que España trataba, considerando todos los medios posibles, de salir de su atraso, el científico español se encontraba en la cúspide de su carrera, mientras leía su trabajo sobre el quijote, Cajal, en el plano científico, estaba concentrado en sus trabajos sobre la regeneración de los nervios periféricos, sin entrar en detalles excesivos, se puede decir que la teoría reticularista había renovado sus bríos a partir de observaciones de carácter fisiológico, hechas sobre los fenómenos nerviosos de sensibilidad y motricidad en miembros distales, mismos que ocurren después de haber seccionado un nervio experimentalmente. 

Un grupo de investigadores, impulsados fuertemente por Alfredo Bethe, a los que posteriormente se unirían figuras de la talla de Waldeyer, Marinesco y van Gehuchten, sostenían, para explicar los fenómenos fisiológicos observados, la hipótesis de que durante la regeneración nerviosa los nuevos cilindroejes resultaban de la fusión y diferenciación de una cadena de neuroblastos periféricos.

Tal hipótesis reticularista, basada en pruebas fisiológicas, carecía aún de su verificación morfológica, y pretendía descalificar la teoría del neuronismo que había sido probada décadas atrás, gracias a las contribuciones hechas por His, Forel, Lenhossék, Retzius y otros muchos, incluyendo los trabajos de Golgi y de Cajal, quien con ayuda del método cromo-argéntico, desarrollado por el histólogo de Pavia, y partiendo de las premisas del evolucionismo biológico, había logrado teñir células embrionarias en las que se mostraba, sin lugar a dudas, la individualidad de las células neuronales y su comunicación a través del espacio sináptico.

Cajal, que según afirma en una de sus autobiografías, sentía repugnancia hacia las polémicas, debido a que consideraba que con ellas se perdía un tiempo precioso que podría emplearse mejor en allegar hechos nuevos. Cedió, como él mismo sostiene, ante la arrolladora marea del error y ante los reiterados requerimientos de sus amigos que lo consideraban el principal interesado en aclarar la polémica.  

Llevando a cabo una serie de agudas observaciones, Cajal se valió, del entonces, nuevo método del nitrato de plata reducido,  con el que contribuyó, junto con los trabajos de Aldo Perroncito (discípulo de Golgi), Lugaro, Medea, Marinesco y Minea, Tello, Nageotte, y Krassin, entre otros, a desechar definitivamente la teoría reticularista, al probar que la regeneración nerviosa tiene lugar a partir del axón proximal que se mantiene unido al soma neuronal, y que en el caso del cabo distal, las nuevas fibras aparecidas representaban brotes axónicos del cabo central que no moría inmediatamente después de haber sido seccionado, sino que pasaba a la vecindad de la cicatriz donde se daba la formación de esas nuevas mazas de crecimiento, botones y ramificaciones, que no eran mas que producciones efímeras y frustradas por no ser nutridas por el centro trófico, es decir la neurona y su núcleo.  

Para ese año de 1905, su quehacer científico le había valido el reconocimiento de sus pares, tanto en España como en el extranjero, ya en el año de 1900 el Congreso Internacional de Medicina, reunido en París, acordó otorgarle el premio internacional Moscú, el que premiaba al trabajo, médico o biológico, considerado más relevante de los publicados en el mundo entero, y tan sólo unos días antes de que presentara su escrito sobre el quijote, la Real Academia de Ciencias de Berlín le había notificado que se había hecho acreedor a la medalla de oro Helmholtz.

Esta rica actividad científica, no exenta de amargos sinsabores, como el que vivió con el fallecimiento de su hija, no le impidió a Santiago Ramón y Cajal, paralelamente, continuar cultivando sus intereses artísticos, el dibujo, la pintura y la fotografía, campo, este último,  en el que haría importantes aportaciones en el plano técnico, continuó también con su gusto por la literatura y la escritura, en este último ámbito, además de sus colaboraciones con diarios y revistas, se pueden contar tres libros que ya habían sido publicados  en 1905, estos son las Reglas y consejos  sobre la investigación biológica, Recuerdos de mi vida, tomo I, mi infancia y juventud; y los Cuentos de vacaciones (Narraciones pseudocientíficas), en los que es posible seguir el imaginario literario desarrollado por Cajal.

Una vez expuesto el contexto histórico y biográfico en el que Cajal escribió su Psicología del quijote y el quijotismo, es posible centrarnos en el texto en cuestión, el que tiene una extensión de 14 páginas. A primera vista el estilo se corresponde con ciertas formas del ensayo académico, el narrador, en un tono ex cátedra, parte de los rasgos generales de la obra en los siguientes términos:

Universalmente admirada es la soberbia figura moral del hidalgo manchego, D. Alonso Quijano el Bueno, convertido en andante caballero por la sugestión de los disparatados libros de caballería, representa, según se ha dicho mil veces, el más perfecto símbolo del honor y del altruismo. Jamás el genio anglosajón, tan dado a imaginar caracteres enérgicos y originales, creó personificación más exquisita del individualismo indómito y de la abnegación sublime.

Prosigue introduciendo algunas citas textuales que van corroborando las afirmaciones realizadas, y aunque aparecen algunas metáforas, y también algunos párrafos generales en los que el narrador desarrolla ciertos aspectos de orden filosófico, el sentido general del texto va apuntando hacia las características psicológicas, tanto de Don Quijote, como de Cervantes, mismas que quedan definidas en las primeras seis páginas.

El narrador separa ciertas características de don Quijote, que tiene por normales y propias, de lo que él califica, como un filósofo práctico, entre estas, además de un Yo hipertrófico, el narrador refiere: “desbordante de voluntad y energía, se siente fortalecido por esa fe ciega en la fortuna, fe característica de los grandes conquistadores de almas y tierras.”Aunado a estos rasgos, el personaje literario presenta otros que se consideran de carácter patológico, o en términos de la narración en cuestión: “[…] la simpática figura del ingenioso hidalgo, cuyo entendimiento agudísimo y genial fue presa y juguete de sus ilusiones, alucinaciones, obsesiones e ideas delirantes, […]”.

Con relación a Sancho, en el texto se menciona su buen humor, considerándolo el artístico contrapeso emocional del quejumbroso y asendereado Caballero de la Triste Figura. Después es retomado nuevamente, pero, más que para caracterizarlo psicológicamente, se hace para describirlo en términos del simbolismo que representa, con la intención de explicar algunos rasgos biográficos de Cervantes.

Comprender la caracterización de los rasgos psicológicos de Cervantes resulta un poco más difícil dentro del texto, en principio, porque el narrador parece confundir, por momentos, al autor de la novela del Ingenioso Hidalgo con el narrador Cide Hamete Benengeli, por ejemplo, cuando se pregunta “¿Cómo se forjó, allá en la caldeada imaginación de Cide Hamete tan felicísimo y artístico contraste?” respondiendo más adelante

Cuestiones arduas y dificilísimas para cuya solución fuera imprescindible conocer todos los repliegues y recovecos de la complicada mente de Miguel, amén de los choques, episodios e incidentes emocionales que la conmovieron y adoctrinaron durante los tristes años precursores de la genial concepción.

Inmediatamente después, sostiene que los estudiosos del tema, entre los que enumera a Menéndez Pelayo, Revilla, Valera, Navarro Ledesma, Unamuno y Salinillas, han aportado elementos que, si bien no resuelven el problema, si permiten dar algunas respuestas. Guiado por la critica de estos autores, el narrador entreteje la biografía de Cervantes con los diversos sentidos que encuentra en la novela, llegando a la conclusión de que dicho autor “fue siempre Quijote incorregible en la acción y poeta romántico en el sentir y pensar”, agregando que el carácter melancólico y de tono realista que el narrador ve en la novela se debe a los sinsabores que caracterizaron la vida del manco de Lepanto.

Más aún, en una suerte de inversión creativa, introduce el uso del condicional para considerar la posibilidad de que siendo otra la biografía de Cervantes, el destino del personaje principal de la novela también hubiera sido diferente, de tal forma, nos dice el narrador:

Más de una vez, deplorando la amargura que destilan las páginas del libro cervantino, he exclamado, en un transporte de cándido optimismo: ¡Ah! Si el infortunado soldado de Lepanto, caído y mutilado al primer encuentro, no hubiera devorado desdenes y persecuciones injustas; si no llorara toda una juventud perdida en triste y oscuro cautiverio […] cuán diferente, cuán vivificante y alentador Quijote hubiera compuesto! Acaso la novela imperecedera sería, no el poema de la resignación y la desesperanza, sino el poema de la libertad y de la renovación. Y quien sabe si, en pos del caballero de los Leones, otros Quijotes de carne y hueso, sugestionados por el héroe cervantino, no habrían combatido también en defensa de la justicia y del honor, convirtiéndose, al fin, la algarada de locos en gloriosa campaña de cuerdos, en apostolado regenerador, consagrado por los homenajes de la historia y el eterno amor a Dulcinea ¡… de esa mujer ideal, cuyo nombre suave y acariciador, evoca en el alma la sagrada imagen de la patria…!

Procede el narrador, inmediatamente después, a invertir nuevamente los términos para regresar a esa perspectiva que vincula la biografía del autor con el destino de sus personajes y viceversa, porque también supone, que fue gracias a la personalidad de Sancho, que Cervantes pudo soportar los sinsabores de su vida, para rencontrarse nuevamente con el arte al escribir los trabajos de Persiles y Sigismunda y el Viaje al Parnaso.

Como puede notarse, el narrador, además de hacer uso del condicional para imaginar otros posibles desenlaces, abandona no sólo el tono ex cátedra e introduce el uso de la primera persona, algunas veces en singular y otras en plural, llegando al grado de introducirse en la ficción para, por ejemplo, dialogar con Sancho cuando afirma:

¡Yo te saludo, pues, Sancho el Pacífico, Sancho el Bueno, Sancho el Jovial! En las páginas de la imperecedera epopeya, no simbolizas tan sólo la baja meseta del sentido común, el saber humilde del pueblo acuñado en refranes, el lastre sin el cual el hinchado globo del ideal estallara en las nubes. Tú eres algo más y mejor que todo eso. Con tus gracias, socarronerías y donaires, consolaste el espíritu de Cervantes, haciéndole llevadera la carga abrumadora de angustias y desventuras. […] tu salvaste al genio, y con él su gloria y nuestra gloria!

El uso de la primera persona dificulta en más de una ocasión entender quién es ese yo del texto, o desentrañar las complejas metáforas en las que parecen mezclarse referentes textuales que apuntarían hacia la novela, con otros, que más que hacer referencia a la obra cervantina, parecieran referirse poéticamente al trabajo del científico, como puede verse en el siguiente párrafo en el que valora la novela en su conjunto:

Sus páginas nos ofrecen la síntesis de vida, es decir, luces y sombras, simas y abismos, como en el corte de un bosque vemos, abajo las negruras del humo vegetal formado con detritus de ilusiones y despojos de esperanza (propio alimento del genio literario); sobre la tierra, erguidos y mirando al cielo de los robustos tallos de las ideas levantadas, de los propósitos nobles, de las aspiraciones sublimes; y arriba, bañadas en la atmosfera azul, las frondas del lenguaje natural, castizo y colorista, la delicada flor de la poesía y el acre fruto de la experiencia.

Más aún, en las siguientes páginas, el narrador, que aún no sé si pueda corresponderse con Cajal en su calidad de autor, abandona a los personajes de la ficción, es decir; a don Quijote y a Sancho, y también a Cervantes, para abocarse a conceptualizar el quijotismo, buscando su esencia filosófica, asegurando que:

Muchos extranjeros, y no pocos españoles, creyendo descubrir cierto aire de familia entre el citado protagonista y el ambiente moral en que fue concebido, no han reparado en adjudicarnos, sin más averiguaciones, el desdeñoso dictado de <<quijotes>>, calificando asimismo de quijotismos cuantas empresas y aspiraciones españolas no fueron coronadas por la fortuna […] No seré yo, ciertamente, quien niegue la complicidad que, en tristes reveses y decadencias, tuvieron la incultura, así como la devoción y apegamiento excesivos a la tradición moral e intelectual […] pero séame permitido dudar de que la ignorancia, el aturdimiento y la imprevisión constituyan la esencia y fondo del quijotismo. O esta palabra carece de toda significación ética precisa, o simboliza el culto ferviente a un alto ideal de conducta, la voluntad obstinadamente orientada hacia la luz y la felicidad colectivas.

Se trata, en suma, de un texto complejo, en el que como se ha mostrado se emplea la primera persona tanto del singular como del plural,  se recurre a metáforas, que en ocasiones, entremezclan referentes a la obra cervantina con situaciones que parecen apuntar hacia el trabajo de Cajal, el tema del quijotismo es usado para conducir al lector a otras temáticas como la patria, el colonialismo, el Regeneracionismo español, la historia de España, el desarrollo de la industria y el comercio en ese país, entre otros.

Estos temas, en mayor o menor extensión, fueron también abordados en otras obras de Santiago Ramón y Cajal, incluida la autobiografía cuya primera parte ya se encontraba publicada al salir el texto sobre la psicología del quijote y el quijotismo, esta condición, aunada al uso que hace el autor de la primera persona, invita al lector a leer la obra en clave autobiográfica.

Sin embargo, no existe ninguna indicación por parte del autor para que se justifique una lectura de ese tipo, a diferencia de lo que ocurre en la autobiografía titulada Recuerdos de mi vida, en cuyo prologo, al menos de la segunda edición, el autor, es decir Cajal, comenta que:

Allá por los años 1896 a 1900 se puso de moda el género de la autobiografía […] para complacer a algunos amigos […] resolví escribir la historia de una vida vulgar, tan pobre de peripecias atrayentes, como fértil en desilusiones y contrariedades. […] me proponía ofrecer al público un caso de psicología individual y cierta crítica razonada de nuestro régimen docente. […] si algún psicólogo o educador se toma la molestia de recorrer estas páginas podrá ver en ellas un caso típico de educación romántica […]

Mediante este prologo Cajal establece con el lector, lo que Philippe Lejeune ha llamado, el pacto autobiográfico, más aún, la narración autodiegética permite establecer la identidad entre el autor, el narrador y el personaje, constituyéndose así, lo que el mismo Lejeune denomina la forma clásica de la autobiografía.

Como ya se ha mencionado, el texto sobre el quijotismo carece de tal pacto, el cual no es indispensable para que sea tomado por autobiográfico, más aún, si recordamos que se trata de una conferencia que Cajal pronunció frente a sus colegas, podría uno suponer, bajo esa condición, que el uso de la primera persona remite al sujeto de la enunciación, y que por tanto, la identidad quedaría así probada, lo que parece ocurrir en el siguiente párrafo:

[…] yo no conozco ninguna expedición geográfica al Polo Norte o Sur emprendida por españoles o hispanoamericanos, mientras que por docenas se cuentan las gloriosas empresas de este género intentadas o realizadas por yanquis, ingleses, suecos, alemanes, rusos y hasta italianos. ¡Triste es confesarlo, pero ello es que el pálido sol de media noche no realzó jamás con sus poéticos rayos los pliegues de la española bandera!

Donde no parece que haya lugar a duda, de que es Cajal, quien sostiene que no se han realizado expediciones a los polos por parte de los hispanos, el carácter referencial de tal afirmación puede ser verificado y con ello darle la razón a Cajal o negársela.

Sin embargo, como ya se ha mencionado anteriormente, otros párrafos en los que aparece la primera persona, aún bajo los supuestos que aquí se han dado, no parecen establecer una identidad tan clara con respecto al autor, recuérdese por ejemplo el fragmento antes citado que dice ¡Yo te saludo Sancho el Pacífico, Sancho el Bueno, Sancho el jovial!Evidentemente que la primera persona no remite al hablante que se dirige al auditorio, sino que se encuentra en el plano de la ficción, donde ese yo pudo ser pronunciado por el narrador, pero también por don Quijote, el caballero de la Triste Figura, o el de los Leones, existe por tanto cierta indeterminación, aparentemente estaríamos frente al caso previsto por Lejeune de ausencia de pacto y ausencia de nombre del personaje, lo que frente al carácter hibrido del texto, nos dejaría en aparente libertad de leerlo como quisiéramos, siempre y cuando lo hiciéramos explícito. 

Pero aparecen un par de objeciones más, esta última posibilidad sólo es válida en el caso de narraciones autodiegéticas, y el texto sobre el quijotismo no lo es; además, para que tuviera carácter autobiográfico debería de referirse al pasado del autor para poder construir así, no el en sí de esa persona en el tiempo, sino el para sí de la persona tenida por modelo en el momento de la escritura, y esto no ocurre nunca, cuando se remite al pasado se remite al pasado histórico de España, a unos tiempos que no son el correlato de la vida de Cajal.

 Por lo tanto, el texto no se corresponde con las formas autobiográficas, la pertinencia de esta afirmación se mostrará más adelante, sino que es, como se dijo al principio, un ensayo académico de índole literaria, donde Cajal, con los recursos retóricos antes expuestos, refiere al lector a los problemas que él considera medulares en la España de esa época, además revisa con una visión crítica el pasado de su país, pasado que entrelaza con el Ingenioso Hidalgo, particularmente con las aventuras del Caballero de los Leones contenidas en la segunda parte, aparecida en 1615, de donde sustrae los valores a través de los cuales juzga dicho pasado, y con los que construye una suerte de fundamento moral de su particular concepción de la Regeneración de una patria que esta porvenir, esperando que esos valores impulsen el desarrollo de la ciencia, así como de las artes, las humanidades, la industria y el comercio entre otros aspectos, la concepción de tal suerte de utopía de la patria queda expresada poéticamente en el último párrafo del texto sobre el quijotismo.

Por otro lado, no se puede perder de vista que el tema del patriotismo de Cajal despierta acres debates aún hoy en día, quizás uno de los primeros intentos en abordar tal cuestión fue el que realizó Gregorio Marañón, que en su libro Cajal su tiempo y el nuestro, cuya tercera edición apareció en 1951, dedica un breve capítulo titulado los dos patriotismos en el que postula que al fin patriótico se llega por dos caminos, el eufórico y el crítico o mal llamados, el optimista y el pesimista, después de desarrollar brevemente las características de cada uno, considera que es deseable que ambos coexistan, luego, una vez expuestas estas ideas generales en dos pequeñas páginas, dedica el párrafo final para afirmar que en la juventud de Cajal el impacto del decaimiento imperial de España tuvo un efecto decisivo “que encendió en su espíritu la noble y quijotesca decisión de reparar, en el campo de la ciencia, una parte del desastre nacional.”

Pocos años más tarde, en 1954, Laín Entralgo, a propósito del centenario del natalicio del laureado con el premio Nobel en 1906, pronuncio un discurso, mismo que con una pequeña adenda sería publicado dos años mas tarde en el libro España como problema. Una característica de este texto es que las citas textuales a Cajal carecen de referencia, por lo que es necesario, si se desea verificarlas, encontrarlas en la producción del histólogo español. El texto inicia con una cita atribuida a Cajal a partir de la cual Laín comenta: “Dos de los más altos modos de la ejemplaridad humana, el servicio armado a la propia patria y el servicio intelectual a la verdad universal, transparecen con singular energía en esas líneas recias […] de nuestro máximo hombre de ciencia

Si se tiene curiosidad, cuando se localizan las citas que verificarían las afirmaciones hechas por Laín, se puede ver como el historiador de la medicina ha procedido a descontextualizarlas, cuando no a mutilarlas francamente. Por ejemplo, se lee en Laín lo siguiente: “¿Cuál debe ser, pregunta (Cajal), nuestra conducta ante el irrestañable desmembramiento de España? Y contesta <<Si yo pudiera retroceder a mis veinticinco años, henchidos de patriotismo exasperado, contestaría sin vacilar: la reconquista manu militari y cueste lo que cueste. Propondría la máxima de Gracián: contra malicia, milicia>>”

La cita está contenida en la página 140 de El mundo visto a los ochenta años, libro escrito en 1934, unos años antes de la muerte de Cajal, acaecida durante el gobierno de la II República, continua Laín de la siguiente manera “¡Qué grave, qué tremenda actualidad iban a cobrar dos años más tarde, cuando la fuerza armada fue el único recurso posible frente a la casi total disolución de España en regiones, partidos y clases!

El sentido que le da Laín al texto de Cajal parece no concordar cuando reintegramos el párrafo completo de Cajal en el cual sostenía:

 Si yo pudiera retroceder a mis veinticinco años, henchidos de patriotismo exasperado, contestaría sin vacilar: la reconquista manu militari, y cueste lo que cueste. Propondría la máxima de Gracián (contra malicia, milicia). Pero en los tiempos aciagos en que vivimos, dos guerras civiles equivaldrían a la bancarrota irremediable de España y a la consiguiente intervención extranjera. Además, una guerra suscita automáticamente nuevos conflictos bélicos. Fuerza es convenir en que la fuerza, aplicada a las pugnas intestinas de un país, no resuelve nada. Enconaría antipatías y cerraría el paso a soluciones de cordial convivencia.”

Para Lejeune la relación que existe tanto en la biografía como en la autobiografía, entre el personaje, a nivel textual, y el modelo a nivel extratextual, es una relación de identidad, pero sobre todo de parecido, esto es importante por dos razones, en primer lugar, porque las relaciones de parecido e identidad permiten establecer la diferencias entre la biografía y la autobiografía. 

En el caso de esta última la identidad sostiene al parecido, mientras que en el caso de la biografía es el parecido el que sostiene la identidad, y aunque este es un horizonte imposible en lo general, en el caso de la biografía de Laín el sentido esta completamente tergiversado, por lo que el personaje textual que ofrece al lector, dista mucho de parecerse al modelo de la autobiografía, como lo prueba el ejemplo antes citado, por otro lado, al tratarse de una biografía el pacto biográfico establecido con el lector se rompe.

Las razones históricas que explican la ruptura del pacto biográfico, son harto conocidas y divulgadas como parte de la historia oficial española desde hace ya décadas, como nos dice el historiador Javier Tusell, especialista en historia moderna y contemporánea de España, y político activo durante el periodo de la transición por la Unión centro democristiana, el poder no se ejerció igual durante todas las décadas que duró la dictadura, pero si hubo algunos rasgos que permanecieron inalterables, entre estos, menciona Tusell, que desde el periodo azul del franquismo, el régimen “Estuvo cerrado a la libre circulación de opinión y expresión características de una sociedad liberal, y tuvo siempre una visión autoritaria básica dentro de un contexto clerical y autoritario. Pero no se fundamentó, en cambio, en un cuerpo de doctrina concreto y elaborado”

Agrega, además, que “En cuanto a la Universidad, se estableció un férreo control estatal e ideológico mediante una ley del año 1943, achacando sus males a la libertad de cátedra y al influjo de corrientes extranjeras y a la influencia krausista y masónica de la Institución Libre de Enseñanza.”

Estas razones bastarían para entender el silencio que guarda la biografía escrita por Gregorio Marañón, y la ruptura del pacto biográfico en el caso de Laín, ambas obras fueron producidas en la primera mitad de los años 50, cuando el régimen de Franco se encaminaba fuertemente hacía la aceptación exterior, momento también, en el que Ruíz Giménez ocupó el Ministerio de Educación, desde donde apoyándose en falangistas como Laín, Tovar, y Ridruejo, intentaron una política de talante más abierto, que incluso buscó incorporar al mundo cultural del exilio. A lo que se opuso un sector católico tradicionalista y monárquico encabezado por Calvo Serer. Para 1956 la disputa llegó a las calles donde se enfrentaron estudiantes y falangistas, y sin que esto representara un peligro para el régimen si sirvió para que Ruiz Giménez fuera destituido del Ministerio.

Además de estas aportaciones a la compresión general de la historia de España, la apertura democrática trajo consigo una nueva y más completa valoración de la figura de Cajal, en la biografía escrita por José María López Piñero, en el año 2000, quedan despejadas muchas de las contrariedades que se presentaban en las anteriores, como su papel durante la Restauración, su clara proclividad hacia el régimen republicano, y el paulatino desapego de su fe confesional, hacia una postura, sino anticlerical, si aconfesional.

Menos comprensible es el hecho de que en la introducción hecha por José Luis Puerta, en su calidad de editor científico, a los Escritos sobre Cajal de Laín Entralgo, reunidos por el primero con motivo del centenario del natalicio de Laín, y publicados en 2008, no exista ningún referente crítico, o siquiera, una explicación del contexto de los periodos históricos en que decidió agrupar los trabajos seleccionados. Por el contrario, en la introducción repite muchos de los aspectos que erróneamente se le han atribuido a Cajal, sin que medie ninguna consideración entre el contexto de la posguerra española, y el contexto español de 2008. 

Tal proceder conlleva el riesgo de tergiversar el tiempo propio de la historia, haciendo incomprensibles las decisiones que, en el plano ético y político, se han dado dentro de una sociedad que aspira a mantener las formas democráticas en su convivencia. 

Siendo justamente, hacia esa construcción de la moral social, hacia donde apunta el último párrafo del escrito sobre laPsicología del Quijote y el quijotismo, a mi juicio uno de los mejores logrados en la producción literaria de Cajal, y en el cual dice:

Consideradas desde el punto de vista moral, son las naciones síntesis supremas de ensueños y aspiraciones comunes, sublime florecimiento de una planta cuyas múltiples raicillas se extienden y entren por todos los corazones. De buena gana compararía yo también los grandes pueblos a esas poéticas islas de coral que emergen del mar en las augustas soledades oceánicas. Si, con soñadores ojos de artista, os embelesáis contemplando las rientes y apacibles costas festoneadas de blancas espumas, las flores peregrinas y fragantes, los colosales árboles, cuyas copas semejan cimbreante coro de las aves del cielo, pensaréis que aquel paraíso surgió espontáneamente, por extraño capricho de Anfitrite; pero examinad el subsuelo con el reposado análisis de la ciencia, descended al fondo del mar (lo que vale tanto como remontarse en la Historia), y al sorprender en los cálcareos y colosales estribos la obra y las reliquias de miríadas de seres ínfimos y oscuros comprenderéis que todo aquel grandioso florecimiento de lo algo representa la construcción secular y obstinada de innumerables y abnegadas existencias.

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El pabellón del cáncer de Alexandr Solzhenitsyn. Una lectura intertextual.

People talking without speaking

People hearing without listening

People writing songs that voices never share

No one dared

Distub the sound of silence

Fools I said, You do not Know

Silence like a cancer grows.

(Sounds of silence, Simon and Garfunkel)

Introducción.

En 1906, un año después del fracaso de las jornadas revolucionarias rusas, aquel que había hecho de la amargura en superlativo su firma de autor escribía su novela la madre. John Reed nos recuerda que once años más tarde, un 29 de octubre, en un salón de mármol blanco con decorados rojos del palacio María, Terechtchenko pronunciaba una ansiada declaración sobre la política extranjera del gobierno, misma que terminaría con el tópico del llamamiento a los hijos de la gran nación rusa para defenderla del ejército alemán. Tal declaración canceló de facto todos los anhelos de paz, el descontento que produjo daría origen, de acuerdo con Reed, a la debacle de sucesos que caracterizaron aquellos diez días que conmovieron al mundo.

Un año después de la Revolución de Octubre nació Alexandr Solzhenitsyn, en la localidad de Kislovodsk, ubicada en el Cáucaso Norte. A pesar de su temprana inclinación por las letras, el sistema soviético lo envió a estudiar ciencias físicas en Rostov, entre los años de 1936 y 1941. Mientras tanto hizo los cursos de literatura por correspondencia,  y una vez graduado se enlistó  en el ejército ruso para participar en la Segunda Guerra Mundial, como capitán de artillería fue condecorado en dos ocasiones, pero en 1945 fue detenido por “delitos de opinión”, debido a que había criticado la estrategia de guerra de Stalin en una carta dirigida a otro compañero del frente, fue deportado a un campo de trabajos forzados, donde permaneció hasta 1956, año en que fue rehabilitado como profesor de matemáticas en una escuela secundaria de la localidad de Riazán.

Fue en esos años en los que escribió su primera novela corta un día en la vida de Iván Denisovich, la que fue publicada en la URSS por indicación directa de Nikita Krushev, le siguieron a esta, El primer círculo, y el pabellón del cáncer; además de las anteriores su obra abarca también el relato corto, donde destacan por el bien de la causa y la casa de Matriona, así como sus miniaturas en prosa, entre otros. 

Estos trabajos le valieron el premio Nobel de literatura en 1970, el que de acuerdo con la fundación Nobel le fue otorgado <<por la fuerza ética con la cual ha ampliado las tradiciones indispensables de la literatura rusa.>> Sin embargo, Solzhenitsyn no pudo acudir a recoger el premio en ese momento, por temor a ser deportado y porque se encontraba redactando,  en la clandestinidad,  su monumental obra Archipielago Gulag, la que le valió su expulsión de la URSS en 1974, en los 20 años que duró su destierro escribiría su experiencia del exilio en su libro  Between two Millstones, desde entonces y hasta después de su regreso a la URSS en 1994, se dedicaría a escribir sus ensayos “Cómo reorganizar Rusia” y “El problema ruso al final del siglo XX” en las que manifestó su particular punto de vista del devenir de ese país en el que moriría en el año 2008.

Sus obras fueron rápidamente traducidas a varios idiomas, y en castellano se encuentran distintas ediciones, para este trabajo me baso en la versión de un día en la vida de Iván Denisovich del año 1969, publicada por Plaza and Janes en la colección rotativa. La misma novela junto a una serie de relatos cortos apareció publicada por editorial Bruguera en 1971, con el título Por el bien de la causa, tomado del cuento del mismo nombre en el que se relatan las peripecias para la construcción de una Escuela Técnica de Electrónica, la que luego, por órdenes superiores, debía ser cedida para crear un Instituto de Investigación, de esta edición son las referencias a los relatos cortos. En cuanto a la edición de la novela, El Pabellón del Cáncer, sigo la traducción de Inés del Campo Ruiz publicada por editorial Aguilar en 1970, mis referencias a Archipiélago Gulag corresponden a la segunda edición de la colección tiempo de memoria de la editorial Tusquets, y con respecto a los textos en inglés; es decir, In the First Circle y Between two Millstones, me baso en las ediciones kindle pertenecientes al Centro para la ética y la cultura Solzhenitsyn.

Desde un punto de vista metodológico, parto de la conceptualización del enunciado de Bajtín, quién distinguía claramente entre enunciado y oración, atribuyéndole al primero la condición de respuesta a otros enunciados, así como un alcance mucho mayor al incluir en esa categoría novelas completas, conceptualización pertinente si se quiere acotar, al menos  parcialmente, el fenómeno de la deriva intertextual ad infinitum durante el proceso de inter-discursividad, retomo también el concepto de intertextualidad introducido por Kristeva, junto a la conceptualización de sus niveles hecha por Renate Lachmann, para acercarme a los textos ajenos contenidos en el Pabellón del Cáncer, ya sea bajo la forma de intertextualidad manifiesta en el fenotexto, a través de distintos niveles de marcaciones como la cita, alusión, reminiscencia, etc. o bien bajo la forma de intertextualidad latente, en el más elaborado trabajo de asimilación, transposición, y transformación de signos ajenos, que da origen a conceptos como palimsesto, anagrama, sobre-determinación, doble codificación, etc. 

Siempre teniendo presente la acotación de Riffaterre, quién considera que la intertextualidad depende en buena medida del conocimiento del lector, así como la noción del propio Lachmann, quien, al no perder de vista la teoría de la recepción, conceptualiza todo texto como un producto productivo; es decir, con la capacidad de englobar y ser englobado a la vez, abandonando así la ilusión de un cerco sistemático, tratando siempre de mantener la conglobación de sentido bajo cualquiera de los tipos aceptados de intertextualidad, ya sea deconstructiva, conservadora, usurpadora-autoritaria, o bien, dialógica. 

Intertextualidad manifiesta en el fenotexto.

Teniendo presente que la noción de texto se extiende más allá de los códigos lingüísticos, es posible dividir la intertextualidad manifiesta en la novela El pabellón del Cáncer en los siguientes conjuntos: 

Libros.

En primer lugar encontramos la referencia directa a otros libros, conjunto compuesto por los de carácter técnico, como la geometría de Kiselov, o la Anatomía patológica de Abrikosov y Strivkov, junto al único libro de carácter histórico la Historia del Partido Comunista de la URSS. El resto lo componen textos literarios que forman un gran arco temporal que abarca, por orden de aparición, la literatura rusa de mediados del siglo XX, La reina Margot de Alexandre Dumas padre, Gargantúa y Pantagruel de François Rabelais, y el compendio razonado de los cronistas del siglo XV mencionado en el capítulo “palabras duras, palabras suaves” a propósito de la historia de Kitovras.

Por alusión a personajes literarios es posible identificar al príncipe Bolkoski de la Guerra y la Paz de Tolstoi, y del mismo autor, los cosacos, a través de la mención que hace la cirujana Ustinova a las palabras de Yeroshka sobre los médicos europeos mediante la siguiente cita << sólo saben cortar, lo que quiere decir que son unos imbéciles. Allí en las montañas, tenemos verdaderos doctores que conocen las hierbas>> También se menciona a Pavel Korchaguín personaje de la novela Como se forjó el acero de Ostrovski. Y mediante la referencia que hace el paciente Shulubin al autor Francis Bacon, y su teoría sobre los ídolos, es posible identificar el Novum Organum. Y otra cita del mismo paciente repite las palabras de una obra de Pushkin 

<< Llevamos dentro un siglo vil… ¡En cualquier medio el hombre es un tirano, un traidor o un cautivo>>

El título del capítulo 8 de la primera parte ¿Qué necesitan los hombres para vivir? Alude a un cuento de Tolstoi que también ha sido traducido al castellano bajo el título De lo que vive el hombre, se sabe que es la misma obra porque durante la lectura que hace el paciente Yefrem se citan pasajes textualmente. De igual forma el título del capítulo 18, también de la primera parte “Y que a las puertas de la muerte” es tomado de un poema de Pushkin.

Teatro.

Mientras la Dra. Dontsova es revisada por el Dr. Orechenkov Domidont, este último rememora la actuación del personaje Akim en el Teatro de Arte de Moscú, lo que hace referencia a la obra “El poder de las tinieblas” de Tolstoi, escrita en 1886 y en la que desarrolla su teoría de la no resistencia al mal, la obra estuvo prohibida hasta 1902. Al parecer es la única referencia directa a obras teatrales dentro de la novela “El pabellón del Cáncer”

Revistas.

En total se mencionan cuatro revistas, todas ellas pertenecientes a la época en que se desarrolla la novela, siendo en su mayoría de contenido político-social, las que al parecer sólo interesan al antagonista, el paciente Pavel Nikolaievich Rusanov, estas son: Pravda, La Estrella, Ogoniok revista semanal ilustrada, y Krokodil.

Cine.

En el pabellón del cáncer se mencionan un total de 7 películas, las que me resultan ajenas salvo por “Roma ciudad abierta” de Roberto Rosellini, “El puente de Waterloo” podría ser otra película reconocida por los cinéfilos mexicanos en cualquiera de sus dos versiones, la de 1931 o bien la de 1940, en la novela no se precisa de cual se trata. El resto de las películas son filmes de guerra que incluyen los llamados “trofeos”, películas incautadas al ejército alemán, y también se menciona una película hindú titulada el vagabundo.

Música y compositores.

El protagonista, el paciente Kostoglotov, después de la transfusión de sangre tiene una reminiscencia que le evoca 4 apagados acordes de Bethoven, en otro momento escucha la 4ª Sinfonía de Chaikovski, otra mención al mismo compositor aparece cuando la Dra. Vera en su apartamento escucha el adagio y luego la aparición de las hadas de la suite “La bella durmiente”. A través de la familia Rusanov se mencionan canciones populares rusas como Los días de Volachev y nosotros, o bien la caballería roja, mientras que Avieta la hija de Pavel Rusanov, durante las horas de visita, menciona que en Moscú está de moda el Rock’ and Roll, se alude también a una ópera uzbeka titulada Agu-Baly, y al personaje de Carmen de Bizet como prototipo de la belleza femenina.

Se mencionan también a Mozart, Pucini, Sibellius y Borthyanski como compositores en general sin mencionar ninguna obra en específico.

Escritores.

Como ocurre en el caso de los compositores, en la literatura también son mencionados los nombres de algunos escritores sin que se haga referencia directa, o por alusión, a obra alguna, los presento por separado por cuestiones de claridad, ya que como mostraré en los ejemplos que desarrollaré más adelante, tendrán un valor indicial en el momento de abordar la intertextualidad latente.

En el pabellón del cáncer se hace alusión a Lermontov, Paustovski, H. G. Wells, Yetushenko, Babayevski, a Heminway como prototipo de la belleza masculina, Saltikov-Schedrin, Voltaire, Herwesh Georg Vladimir Sergueivich Solovyou, Dostoievski, Piotr Alexeievich Kropotkin, Nikolai Konstantinovich Mijailovski, Claude Farrére, y a Maiakovski rememorando su suicidio. 

Un caso especial son las menciones a Maximo Gorki, pues todas aparecen en forma de frases panfletarias atribuidas al escritor, así por ejemplo en el capítulo 4 de la primera parte, Pavel Rusanov recuerda que <<fue Gorki quien dijo que sólo es digno de libertad aquel que lucha por ella>> más adelante, en el capítulo 21, el mismo personaje se auto-cuestiona <<¿No fue Gorki quien dijo “si tus hijos no son mejores que tú, en vano los has traído al mundo y vana ha sido tu existencia” >> y es él también quien lee la propaganda del Estado, en el capítulo 6 de la segunda parte, en la que aparece el eslogan <<Como ya dijera Gorki “en cuerpo sano, espíritu sano” >> como puede verse no es fácil ligar estas frases con la literatura de Gorki.

Ejemplos de Intertextualidad latente

 Dentro del universo de escritores y obras, una ausencia notable en el fenotexto es la de Antón Chejov, nombre con el que, como nos recuerdan sus biógrafos desde José Laín Entralgo hasta los más recientes, finalmente firmó sus trabajos Antón Pavlovich, tras abandonar el pseudónimo de Antosha Chejonte: Tal decisión la tomó tras recibir la carta  del escritor Dmitri Vassilevich Grigorovich amigo de Belinski, Turgueniév y Dostoievski, en la que le decía: <<Posee usted, señor mío, un talento extraordinario, que según mi convencimiento no necesita arredrarse ante las más altas empresas. Sería lamentable que usted siguiera desperdiciando sus energías en bagatelas literarias. Me siento impelido a rogarle que no lo haga, que por el contrario se concentre en proyectos verdaderamente artísticos.>>

La ausencia de Chejov en el fenotexto podría evocar el desasosiego que él mismo sentía ante su creciente fama, situación que según Tomás Mann, quedaría proyectada junto con otras características del médico-escritor, en aquel personaje Nikolaí Stepanich, viejo moribundo del que Mann retoma la frase: <<Pero yo no amo la popularidad de mi nombre. Tengo la sensación de que me han estafado>> sin embargo, para comprender mejor tal ausencia es necesario que nos adentremos más en la teoría literaria y en la obra de Solzhenitsyn, pues Chejov si es nombrado en la novela el primer círculo en la que se narra la vida en la sharashka donde conviven tanto profesionistas presos como libres, principalmente ingenieros y lingüistas, que en el laboratorio de pruebas sonoras desarrollan tecnologías para grabar conversaciones y descifrar voces.

Por otro lado, si tomamos en cuenta que bajo el concepto de silepsis, Riffaterre reúne la sobre-determinación y el anagrama, considerando que sí un fenotexto dado reprime otro posible sentido del texto, tal situación se compensa al generar la eliminación misma un genotexto; es decir, al aparecer el sentido reprimido como secuencia verbal, lo que le permite a Riffaterre captar el encuentro del texto manifiesto con la referencia al texto ajeno que él denomina intertexto, esto le posibilita, a través de minuciosos análisis, revelar huellas estilísticas como formadoras de sentido, o más propiamente hablando de doble sentido.

Entonces algunos rasgos estilísticos empleados por Solzhenitsyn pueden conducirnos hacia Chejov, en primer lugar, el recurso de la analogía entre el hospital y la prisión, empleada en diversas ocasiones por los pacientes del pabellón del cáncer, es un recurso al que también recurre Chejov en La sala (pabellón) número 6 cuando en el párrafo introductorio el narrador nos dice:

Estos clavos, con las puntas hacia arriba, la valla y el propio pabellón tienen ese aspecto particular, triste y repulsivo, que en nuestro país sólo se encuentra en los hospitales y las cárceles

O bien, durante el dialogo que sostiene el doctor Andrei Efímich, médico influenciado por la filosofía tolstoiana, con el paciente Iván Dmítrich recluido en el pabellón 6 por presentar un delirio persecutorio.

Pero supongamos que tiene razón –prosiguió-. Admitamos que vengo con la torcida intención de hacerle hablar para delatarlo. Se lo llevarán preso y luego lo condenaran. ¿Pero es que en el juicio y en la cárcel estaría peor que aquí? Y aunque lo deporten, e incluso si lo mandan a presidio, ¿sería eso peor que permanecer aquí, en este pabellón? Creo que no… ¿A qué teme, pues?

Además de la analogía entre cárcel y hospital, este párrafo presenta una de las características estilísticas más notables en las obras de Chejov, me refiero al uso de los puntos suspensivos para marcar una pausa, recurso muy empleado también en sus obras teatrales, estas pausas junto a otros recursos de sus obras dramáticas, atrajeron la atención de Danchenko y Stanislavsky, pues hacían a un lado los soliloquios y apartes característicos del teatro clásico, propiciando así la participación activa del espectador, quien es compelido a dotar de significación tales pausas y vacíos, aún tratándose de cuestiones morales.

Este recurso también aparece en la novela el pabellón del cáncer en varias ocasiones, una de ellas después de que la atracción física que siente Oleg Kostoglotov por Zoya, la pasante y enfermera, los llevé a un encuentro sexual durante una guardia, y esta le revele que la hormonoterapia consiste en administrar hormonas femeninas a los hombres, y masculinas a las mujeres, con la finalidad de que el cáncer no se disemine, lo que explica que Oleg mantenga su libido pero no pueda consumar el acto sexual, Kostoglotov rechaza seguir recibiendo la terapia hormonal, y más adelante, en el capítulo 6 de la segunda parte, se da el siguiente diálogo durante el paso de visita:

-Kostoglotov-  indicó Gangart, mirando más bien hacia Rusanov- el mismo tratamiento. Aunque es extraño… -y miró a Zoya- La reacción a la hormonoterapia se manifiesta débilmente.

Zoya se encogió de hombros y dijo:

-Quizá se deba a alguna peculiaridad del organismo.

Sin embargo, el recurso en Solzhenitsyn dista de la forma en que lo emplea Chejov debido a la intervención, en el texto de Solzhenitsyn, de un narrador omnisciente que aparece antes y/o después de que es empleada la pausa o el vacío, el ejemplo anterior continua precisamente con la intervención del narrador en los siguientes términos:

Creyó, evidentemente, que la doctora Gangart recurría a su concurso –al de una estudiante en el penúltimo año de su carrera- como al de una colega.

Pero Gangart, ignorando la insinuación de Zoya, le preguntó con tono que descartaba todo posible asesoramiento:

-¿Hasta qué punto es seguro que se le ponen las inyecciones con regularidad?

Continuando con el teatro, la única obra a la que se hace referencia mientras es revisada la Dra. Dontsova en el capítulo once, es evocada en medio de las bromas que el Dr. Oreschenkov gastaba a sus jóvenes auxiliares, a las cuales también les platica que en sus tiempos de estudiante había sido expulsado del Teatro de Arte Académico de Moscú por sisear y armar alboroto con sus amigos, debido al realismo con el que Akim <<se limpiaba los mocos y se desenrollaba los peales>>

La opinión del Dr. Oreschenkov en la novela el pabellón del cáncer coincide con la que expresara Gorki en una carta escrita en Nijni-Novogorod a principios de enero de 1900 dirigida a Chejov, en la que entre otras cosas comenta:

He visto recientemente El poder de las tinieblas en el Pequeño Teatro. Hasta ese momento, me reía al escucharla e incluso disfrutaba algo en ello; pero ahora me parece odiosa, caricaturesca, nunca más iré a verla. Se lo debo a los buenos artistas cuya actuación subrayaba despiadadamente todo cuanto la obra tiene de vulgar, de absurdo. 

Como se ha dicho, en el fenotexto todas las menciones panfletarias a Gorki provienen del burócrata Pavel Nikolaievich Rusanov; en la novela por un proceso de contigüidad, estas pueden relacionarse con los carteles publicitarios que Oleg Kostoglotov mira una vez que ha sido dado de alta, tanto en los escaparates de la ciudad y en el circo, como en los cines, y teatros, y en los Grandes Almacenes Centrales encuentra un mundo lleno de rótulos, que lo impulsa a alejarse al mundo animal que le resultaba más comprensible, cumpliendo así la promesa que le había hecho a Diomka de visitar el zoológico, pero ahí encuentra también rótulos en las jaulas que comienzan a confundirlo, y a provocar su respuesta, así frente al letrero <<las lechuzas blancas soportan mal el cautiverio>> Oleg piensa ¡Lo saben! ¿A pesar de ello las encierran?; y frente al que afirma que el puerco espín es un animal de vida nocturna, Oleg dice: te llaman 9:30 y te sueltan a las 4am. Y así continua hasta que se percata que una multitud leía un anuncio fijado en una jaula vacía con la siguiente inscripción <<el pequeño mono que vivía aquí se quedó ciego por la absurda brutalidad de un visitante […] que arrojó tabaco a los ojos del Macaco Rhesus>> No se decía que el visitante fuera inhumano, o agente del imperialismo yanqui; sino cruel, lo que enoja a Oleg quien exclama ¡niños, no seáis crueles! ¡niños no exterminéis a los seres indefensos!

Por una doble semejanza esta relación de contigüidad interna podría relacionarse a su vez externamente con Karamora, cuento escrito por Gorki en 1924 que comienza con una serie de frases que giran en torno a la maldad, expresadas por un trabajador, un físico, un personaje del dramaturgo Ostrovski, y de varios narradores y dramaturgos rusos. Karamora desarrolla un monologo en primera persona discurriendo por diversos temas, incluidos el capitalismo y el socialismo, que tienen como telón de fondo el problema ético, el que se revela a través de su relación con diversos personajes entre los que está el coronel Osípov <<un hombre magro y cretino que se estaba muriendo de cáncer>>, Karamora en su disquisición concibe al hombre como un conjunto de personalidades que lo habitan, planteándose el problema de tener que ahogarlas en su forma embrionaria para que perviva la mejor de ellas, pero inmediatamente, duda, preguntándose sobre la posibilidad de aplastar a la mejor, pues como los personajes de De lo que vive el hombre no puede saber que es lo que le conviene, y de ahí pasa a discurrir sobre diversos aspectos de la vida animal, llegando a considerar que la historia es el tratamiento médico para curar esa bestia salvaje, termina finalmente recordando a una propagandista, muchacha admirable a la que nunca delató, preguntándose ¿por qué la habría recordado de repente? 

La corriente del pensamiento. La incesante corriente del pensamiento. ¿Y si, en efecto, yo fuera aquel chiquillo, el único capaz de ver la verdad?

El emperador está desnudo, ¿no veis?

Ya vienen a molestarme otra vez. Me tienen harto.

Por otro lado, tratándose de tabaco, teatro y Chejov no es posible dejar de mencionar su monólogo en un acto, titulado Sobre el daño que hace el tabaco, en el que Niujin mandado por su consorte se presenta a dar una conferencia bajo el mismo título, pero a lo largo de todo el acto sólo habla de las vicisitudes y problemas que le acarrea la relación con su mujer y su familia, al finalizar presintiendo que su esposa se acerca, le pide al público que si ella pregunta le digan que les ha dado la conferencia prometida, aunque jamás habló del tema.

 Consideraciones finales.

Desde su aparición, la novela el pabellón del cáncer, ha despertado fuertes controversias, tanto en el entonces bloque socialista como en occidente, en torno a la cuestión de si la novela es simbólica o realista. David A. Slone en su artículo sobre los modelos analógicos y el tema de la reinserción, nos recuerda que fue el propio Solzhenitsyn quién rechazó la interpretación simbólica de su novela en una carta dirigida a la Secretaría de Escritores de la Unión en septiembre de 1967, en la que afirmaba:

[…] que él estaba siendo criticado porque el título de su novela no se refería a ningún caso médico, sino a una especie de símbolo, el hecho –decía Solzhenitsyn- Era especifica y literalmente cáncer, un tema olvidado por la literatura, que sin embargo, para aquellos que lo padecen [ y él lo había tenido en dos ocasiones] les parecía que afectaba también sus experiencias cotidianas, siendo así difícil entender qué clase de símbolo es.

Por su parte Raymond J. Wilson III al analizar las estrategias narrativas e interpretativas en el contexto de la censura, llama la atención sobre las figuras del autor real y el autor implicado, figuras reconciliadas por Lukacs mediante el principio metonímico de Jakobson, pero sin perder de vista la complejidad del contexto que emerge de la triada autor, censor, crítico, Wilson asume que Lukacs, en su papel de crítico también esta sujeto a la censura, condición pasada por alto en los dos artículos que Octavio Paz dedicó a Solzhenitsyn en la revista Vuelta, mismos que fueron reunidos después en el Ogro filantrópico.

Tal distinción, le permite a Wilson explicar como a pesar de que los autores tradicionalmente escogen la ambigüedad, haciendo del símbolo, la analogía, la ironía, y la alegoría sus armas, para el caso de los trabajos de Solzhenitsyn, el autor opta por una lectura literal en función de que el censor a hecho suya la lectura simbólica.

La situación se complejiza más por la dificultad para caracterizar el realismo socialista, pues como se lo cuestiona Andrei Sinyavsky [conocido en una época por su pseudónimo Abraham Tertz] en su On socialist realism ¿Qué significa realismo socialista? ¿Puede haber un realismo socialista, capitalista, cristiano, o mahometano? Sinyavsky en su respuesta apunta algunas claves para comprender mejor lo que hay debajo de esa categoría estética, como el cumplimiento de la propaganda estatal, por ejemplo la satanización del tabaco y el alcohol, o bien, la utilización de estructuras narrativas próximas al género del Gospel, cuya temporalidad termina dilatando siempre la llegada del comunismo.

 Por otra parte, en los ejemplos aquí analizados, he apuntado que el narrador omnisciente de Solzhenitsyn cancela la función que tiene la estructura estilística de la pausa en Chejov, estableciéndose así una relación intertextual de tipo usurpadora-autoritaria, suprimiendo la intención de Chejov de producir un teatro escrito, dirigido, y actuado por la inteligentsia para la inteligentsia.

Si consideramos el conjunto de la obra de Solzhenitsyn, tal relación intertextual se hace más clara, sí de los dos hilos conductores que recorren la obra, el del problema de conocer la verdad planteado por los pacientes, y el de la utilización de los recursos alternativos para su tratamiento, tomamos como ejemplo el asunto del acónito, la planta que por el desconocimiento de su manejo altera a la  Dra. Vera Gangart, quien obligará  a Kostoglotov a tirar el preparado de acónito a un costado del pabellón de otorrinolaringología, esta planta es la misma que es referida en innumerables ocasiones en la isla Sajalin, informe elaborado voluntariamente por Chejov sobre las condiciones de vida en el destierro, otro elemento más que pareciera estar dentro de el pabellón de cáncer prefigurando la aparición de Archipielago Gulag, ensayo de investigación literaria en el que Solzhenitsyn, en una suerte de ejercicio curatorial, recopila los testimonios de 227 personas recluidas al interior de la industria penitenciaria de la URSS, obra que se sumaría a la tradición de relatos de escritores condenados por sus ideas, entre los que destaca The house of the Dead or, Prision Life in Siberia de Fyodor Dostoievsky.

La estrategia literaria era justificada por Solzhenitsyn debido a que pensaba que los historiadores tardarían mucho tiempo en llegar al establecimiento de los hechos, o que quizás nunca pudieran hacerlo debido a la posibilidad de que los archivos fueran destruidos; sin embargo, esto último no ocurrió, al menos por completo, lo que le ha permitido al historiador eslavista Claudio Sergio Ingerflom explorar en uno de sus más recientes trabajos, titulado El Zar soy yo: La impostura permanente desde Iván el terrible hasta Vladímir Putin, el devenir del falso Dmitri de Schiller, empleando para ello una metodología que por su alcance temporal lo acerca a los trabajos de Braudel y por su temática evoca a los reyes taumaturgos de Marc Bloch,  analizando el devenir del término ruso samozvanets, que puede referir al impostor, pero también a otra forma particular que atraviesa los documentos oficiales rusos, desde el siglo XV hasta el presente, y que él traduce como el autonombrado, el que opuesto al término del anticristo permitió en Rusia cuestionar la legitimidad divina de los zares, sin excluir la posibilidad de reconocer decenas de verdaderos zares autonombrados, fenómeno que en el mundo soviético adquirió su propia significación en la que, de acuerdo con Sergio, al provenir el poder del anticristo y no de dios <<es el poder, su legitimidad y los criterios de esta los que son cuestionados, lo que [según él] no incluye la idea de autonombrarse para desafiarlo, sino la exigencia de la representación política.>>

El cambio de significación epocal está presente en el pabellón del cáncer, por ejemplo, cuando frente a la pregunta ¿Qué necesita un hombre para vivir? La única que responde en los mismos términos que en la narración de Tolstoi, es Asya, la joven paciente que tiene claro que lo que se necesita es amor, sólo que no piensa el amor en los términos tolstoianos, sino en sexo, en ese sexo que al enterarse que le será cortado se lo ofrece al joven Diomka, paciente recién amputado, para ella sentir, por ultima vez, el placer de unos labios sobre esa zona. 

Más aún, la operación usurpadoraa-autoritaria de Solzhenitsyn parece satisfacer de alguna forma ese deseo de representación, mencionado por Sergio Ingerflom, al menos para los condenados en los campos de trabajo, lo que quizás haga comprensible a las democracias occidentales ese síntoma  incontrolado –señalado también por Sergio- de un deseo de (sobre) pasado, que explica que un funcionario de la administración del presidente Putin, saliera el 8 de julio de 2011 en televisión, a declarar que Putin había llegado a la tierra enviado por Dios para salvar a Rusia en un momento difícil para ella.